domingo, 7 de diciembre de 2014

CRÓNICA DEL TORNEO DE SCRABBLE DE SEVILLA




Este primer torneo de diciembre de Sevilla, teniendo en cuenta los singulares personajes que cohabitan en el mundo del Scrabble hispalense, no podía sino comenzar de una forma un tanto rocambolesca. Yo había recibido el extraño encargo de “ambientar el torneo”, cosa que no entendí muy bien en un principio. Pero cuando estaba decidido a cumplir mi  misión, claro está, a mi propia manera, y llegué a la sala equipado con un tanga de la Pantera Rosa y unos pompones de cheer leader, me explicaron que no se trataba de eso, sino de “ambientar” en el sentido más literal de la palabra. Vamos, que buscase un bazar abierto un sábado festivo en Sevilla a las 9 de la mañana con 7 grados, y comprase un par de ambientadores porque la sala no tenía ventilación. 


Cuando entré en la sala y vi el elenco de participantes del torneo casi se me saltan dos lagrimones, porque pensé que aquello en vez de ser un torneo de la AJS era un reencuentro conmemorativo del extinto Azeuxis. Sobre todo cuando vi pululando por allí a un señor muy parecido a Ricardo de Arcos, pero con más pelo.


A tenor de la masiva presencia de amantes del macramé sevillano que allí éramos, alguien sugirió cambiar algunas normas básicas del juego: quien llegase antes a 200 puntos, perdía la partida. Quien hiciera una jugada de más de 60 puntos, perdía la partida. Quien no obedeciese a María, perdía la partida y se llevaba una colleja. Por suerte, por allí andaban Santi, Antonio Álvarez y Miguel Ángel, que se opusieron, y el torneo pudo comenzar de forma normal.


Bueno, de forma normal es un decir, porque después del madrugón, de recorrerme media ciudad buscando los imprescindibles ambientadores de jazmín para cualquier torneo que se precie (Sí, si no eran de jazmín, no valían), y de llegar a la sala a toda prisa congelado y acalorado a la vez, el sorteo de la primera ronda parece descojonarse de mí cuando veo: “Rick de las Casas, primer bye”. Así que ahí estuve yo, dando vueltas por la sala durante una hora con un ambientador de jazmín en la mano.


Ya metidos en faena, en segunda ronda me hicieron falta 4 scrabbles y más de 500 puntos para vencer al Pingus, que aparte de dejarme anodadado con un “roñáseis” de 118 puntos, se pasó media partida llamándome “pene deambulante” y riéndose, aún no entiendo por qué.


En tercera ronda tuve una partida muy emocionante con Santi, no pude resistirme a cerrar el tablero mezquina pero éticamente, y al final cuando vació la bolsa pude poner mi scrabble. Así que acabé la mañana arriba con “tres” victorias.


A la hora de la comida, los de “El Fogón de Sancho” debieron de vernos cara de eso, de Sancho Panza, porque empezaron a sacar comida como si fuésemos las legiones romanas de Julio cesar. Además de cantidad, todo exquisito. Juraría que vi al señor oscuro sepultado bajo una montaña de arroz con verduras, Yaiza era una máquina industrial de devorar cuencos de ensaladilla, incluso me pareció que a José Montes le había vuelto a crecer el pelo, aunque luego me fijé y resultó ser que alguien le había derramado una fuente de tallarines en la cabeza. Cachis…


Al acabar de comer me ocurrió un hecho curiosísimo: el camarero me llamó y me enseñó en su móvil una foto que había hecho de mi partida con Santi, y me dijo: “me fijé que con ese atril tenías un scrabble en este hueco doblando tales letras, por qué no lo pusiste?”. Me dejó flipado, porque ese scrabble era doblando cuatro letras, entre ellas la Y, en el único hueco que quedaba del tablero. Luego le expliqué lo que era un zamarrazo y por qué no debía ponerlo, etc. 


Después de comer me tocó jugar con el gran José Montes, ya sin tallarines ni pelo en la cabeza, pero a la postre justísimo y merecido campeón. Tuve el honor de vencerle en una partida ajustadísima, aunque el honor no es sólo ese, sino compartir torneo, comida, etc con semejante crack. 


Pero lo más curioso de todo el torneo vendría al comenzar la quinta ronda. Me enfrentaba a Joan Lázaro, que para mi desgracia, dio con la forma más efectiva de derrotarme. Justo antes de empezar la partida, veo que se desabrocha el cinturón y que su bragueta queda medio abierta. Total, que de esa guisa empezamos a jugar, pero cada vez que yo cogía mis siete letras para poner un scrabble, Joan Lázaro movía el paquetón y me sonreía, ante lo cual yo me retractaba, y acababa por jugar un “ad”, un “eh” o un “oh”. Como se puede intuir, aquello no acabó bien para mí y me ganó. Seguramente ese truco también sirva para cualquier mujer que se enfrente conmigo, así que ya sabéis lo que tenéis que hacer para ganarme, chicas. Bueno, por probar no perdéis nada, no?


En sexta ronda palidecí ante la furia del señor oscuro, que me hizo 5 scrabbles y más de 550 puntos. Los 8 kilos de cocretas que se comió (Sí, cocretas, alguien dijo durante la comida que admitirán esa palabra) debieron de darle energía y fui aplastado por sus ejércitos. Grande Peláez.


Álvaro, con acumulada sed de venganza por nuestro último enfrentamiento, me esperaba en ronda siete. Quedaría bonito decir que veía rencor en su mirada, odio tras su gafas, resentimiento en sus gestos… Pero estaría mintiendo. Yo no he visto en mi vida un tío que se ría más cuando le ponen un scrabble o cuando pierde una partida. Es mi ídolo, yo venga a hacerle puntos y él venga a sonreir como si tuviese a Elsa Pataky debajo de la mesa. Al final casi fui yo el que me ofusqué, sin entender por qué era tan feliz ese hombre y sin poder encontrar a Elsa Pataky en ningún sitio. Igual por eso le gané con la palabra “educado”.


Así pues, terminé el día arriba en la clasi y con opciones de todo. Por eso me fui a dormir temprano y descansar, a pesar de las 400 llamadas y 3000 whatsapp con que Miguel Angel Henares me bombardeó entre las 22:00 y las 7 de la mañana para que saliese de fiesta.


Sin embargo, de poco me sirvieron mis 14 horas de sueño y mis 15 tilas, porque en ronda ocho el regresado Ricardo de Arcos no me dejó poner ni un solo scrabble y no pasé de los 300 puntos. Si me hubiera ido de fiesta con Pingus hubiera perdido igual, pero por lo menos lo mismo hubiese ligado. Esperemos que haya vuelto para quedarse, gran noticia su retorno.


En ronda nueve me las prometía muy felices al ver que me tocaba con mi apreciado camarada Germán, debutante en este torneo. Sin embargo sufrí tinta china para ganarle. Hasta el penúltimo turno que cogí el comodín lo tuve crudo, siempre a remolque en una partida muy dura. Tanto él como Inés debutaron en el torneo con más media de elo de la historia y dieron la talla de forma sobresaliente, demostrando que a poco que cojan tablas harán grandes cosas. Un merecidísimo aplauso para ambos.


En última ronda me jugaba el pódium, el trofeo sub 1900… podía pasar de todo, desde ganar ambos premios a quedarme sin ninguno. Y con quién me tenía que tocar…?? Sí señor! Con el señor de la bragueta abierta y el cinturón desabrochado! Sir Joan Lazaro! Cuando lo vi sentado esperándome con cara de sorna y echándose mano al botón del pantalón me temí lo peor. Sin embargo, para mi sorpresa conseguí ganarle, y además acabé con la palabra “jodí”, cosa que debió de enfurecerlo, porque al acabar la partida os juro que se quitó el cinturón y empezó a perseguirme por toda la sala para azotarme. Parecíamos el cuadro de Goya “la letra con sangre entra”. Grande Lázaro, pero más grande aún Marian, que me salvó de ser fustigado.


Total, que acabé segundo, mi primer pódium, y ganador del sub 1900, premio que al final cedí a Pingus, con la condición de que me explicara por qué se llevó todo el torneo llamándome “rey de la colina” y “pene deambulante”. Pero aún no había acabado todo. ¿Qué mejor forma de concluir y celebrar un torneo como este? ¿Copas?¿Una tarta? No señor… algo mejor… en Sevilla somos así…  Tras el intensísimo torneo clásico…Venía el torneo de duplicadas! Se nos ocurrió ponerlo el domingo por la tarde, por si aún teníamos hambre de Scrabble. Ganó Joan Lázaro, que estaba desatado, al igual que su cinturón. Cuando acabamos de jugar y de recoger eran las 10 de la noche, y decidí escapar de allí cuanto antes porque vi que se estaba llegando a un consenso entre Pelaez, Yaiza y María para jugar una ronda más de duplicadas y hacer noche allí mismo.


Muchas gracias a los que vinieron de fuera, a los que vinieron de dentro, a los que quisieron pero no pudieron, al “Fogón de Sancho” por volcarse con el torneo, a Marian por aguantar carros y carretas como jueza y domadora de fieras…

El año que viene más y mejor!






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