El título de esta
crónica se debe a una frase que comprende la ambigua esencia de todo lo que me
ha ocurrido en este torneo (Obviaré al autor de la misma):
“Rick, tienes una pluma
escandalosa, pero jamás se me ocurriría dejarte solo con mi mujer en la
habitación del hotel”.
¿En qué quedamos? ¿Soy
un amanerado sin peligro alguno para el género femenino? ¿Soy un depredador de
féminas inmerso en un baño de aceite? Por favor, amigos escrableros, aclaren
esta esquizofrenia sexual a la que me someten torneo tras torneo…o mejor
déjenlo así… en el fondo disfruto como un enano sarasa.
Y es que ya desde que
comenzamos el viaje la cosa prometía: nada más salir de Sevilla, Álvaro Noguer
y yo pusimos a todo volumen el “Go West” de los Pet Shop Boys (para quien no lo
sepa, himno gay por excelencia). Mientras, Topo hacía su aparición en nuestra
conversación y como si oliese la sangre, también hizo acto de presencia por el
móvil. La víctima de todo era el Señor Oscuro, que agazapado en el asiento de
atrás y siendo observado de reojillo por Álvaro, por mí y casi por el Topo en
la distancia, como una liebrecilla atrapada por aves carroñeras, temía acabar
aquella noche en un cuarto aún más oscuro que su propio nombre.
Al llegar al hotel,
algún graciosillo ya le había dicho al recepcionista que “al que tenía mucha
pluma le diese la habitación más cercana al ascensor”. Como era de esperar,
nada más llegar al mostrador el recepcionista me dijo “caballero, tiene usted
la 420. Cuarta planta, junto al ascensor”.
Y allí en el bar del
hotel, con 14 tíos bebiendo cerveza y un moña bebiendo menta poleo, nos
reunimos todos al fin.
A la mañana siguiente
todo el Azeuxis urdió un enrevesado plan para desquiciar a Crápula, temerosos
de que su buena progresión en el juego nos hiciera sombra. Se trataba de
acercarnos a la mesa donde él desayunaba tranquilamente, juntar nuestras
muñecas mostrando unas pulseras que María de Arcos nos había facilitado, y
gritar al unísono: ¡Viva Azeuxis! Jamás olvidaré su mirada perdida al
contemplar mi pulsera rosa sobre mi muñeca velluda. A partir de ahora su frase
más repetida será: “no, no estuve en Vietnam: las secuelas son culpa de las
pulseritas del Azeuxis”.
Al llegar a la sala me
aguardaba una sorpresa mayúscula: alguien anunció que una chica nueva había visto un cartel del torneo por la calle
y vendría a jugar. Me quedé a cuadros cuando al rato en la sala entró una joven
y preciosa negrita de nombre ¿Gauden?. Pero más a cuadros me quedé cuando toda
la sala se volvió hacia mí con sorna y coreó a viva voz: ¡¡¡Rick, enséñale a
jugar!!!
¿En qué quedamos, noble
tropa de frikis escrableros? ¿depredador de mujeres o mariposón sin peligro?
Así que intentando
esquivar los charcos de babas que fluían en dirección a Gauden, le di algunas
nociones de Scrabble básico (“no me importa que no sepas lo que significan las
casillas rojas y azules: la única palabra que necesitas conocer es “cerrar”).
Parecía lista y muy interesada en el juego, y su juventud y ganas de aprender
me hicieron intuir buena compatibilidad con Javier Pélaez. Ya me imaginaba una placa en la
puerta de su futura casa: “aquí viven el Señor Oscuro y la Señora Oscura”. Sin
embargo, tras observar desde fuera la primera ronda y detectar el nivel de
frikismo que reinaba en la sala, optó por una sabia retirada.
Aún pensaba en aquella
chica durante la primera partida y andaba despistado y jugando mal ante José
Antonio Lozano. Pero se ve que él también andaba con la mente en otro sitio.
Tras abrirme con un “ligó-n” muy apto a las circunstancias, se olvidó de
taparme el único hueco para Scrabble que había sobre el tablero y gané de
zamarrazo. Victoria agridulce: él se llevó la parte agria, y yo la parte dulce.
Porque en realidad no existe ninguna victoria agridulce, dejémosnos de gaitas:
a todos nos encanta ganar, merecida o inmerecidamente.
Como ya sabéis soy todo
un caballero, y más cuando se trata de esas mujeres hechas y derechas de buen
ver que tanto me gustan. Por eso me comporté con Mavi como se merece toda una
señora de su categoría. Cortesmente fui abriendo huecos sobre el tablero para
que ella me endosase puntos a diestro y siniestro. Al acabar besé su mano, hice
una reverencia y le dije: “para servirle, señora”. Al final, para mi
infortunio, sólo le serví para que se llevase la victoria.
Gané a Teresa en
tercera ronda una partida que al final casi me remonta a base de rentabilizar
letras gordas y que si hubiera durado dos turnos más, estaríamos hablando del
segundo acto de caballerosidad sobre el tablero.
Tras una emotiva comida
en la que María de Arcos nos deleitó con un tierno discurso sobre su gran amor
por los perros, me tocaba Agness (me tocaba jugar con ella…Al Scrabble). Cuando
tengo el estómago lleno dejo de ser un caballero, así que le endosé 5 scrabbles
y más de 600 puntos.
En quinta ronda
obsequié a María con todo un arsenal de palabras inválidas. Casi consigo
despistarla con la ayuda de Álvaro, a quien soborné previamente para que se equivocase
de rival y sembrase el caos en el torneo. Pero no se dejó achantar y me ganó.
Pingus me había traído desde
Madrid un bonito detalle de parte de Elena Tazón: no eran pasteles, ni regalos…
era una tanda de collejas que además debía grabar en video como prueba. Suerte
que Mavi me devolvió el gesto de caballerosidad que tuve con ella anteriormente
y en una bonita partida conseguí vencer a Miguel Ángel con un CARRETERO metido
con calzador.
Los ejércitos del Señor
Oscuro me masacraron en la última batalla vespertina. Lo mejor de todo fue la bronca
que me sacudió al acabar, por el desastre de partida que hice. Desde que hace
20 años dejé el ron-Cola por el té verde no recuerdo que un amigo me endosase
un rapapolvo de tales dimensiones.
Tras acicalar mis
plumas durante un buen rato me di cuenta de que había llegado la hora de la cena
y cuando bajé ya era tarde y todos se habían ido a devorar pescadito al “Chipirón”.
Sin embargo llegué casi a la vez que ellos allí… Ardo en deseos de saber quién
guiaba aquella errante expedición… a la vuelta de cenar Agness se empeñó en ir
andando hasta Torremolinos para buscar a Germán (que aquella noche tenía allí una
reunión de trabajo…una reunión de trabajo un sábado por la noche en
Torremolinos… no sé en qué trabaja Germán, pero debe de ser algo inmensamente
divertido o extremadamente peligroso) y volvimos a perdernos.
Por desgracia nos
perdimos el karaoke, así que ideamos un plan B acorde a los coherentes
parámetros que el Azeuxis suele seguir: un campeonato de ping pong.
Antes decidimos
tomarnos una copa en el hotel, pero Álvaro se negaba a entrar en el bar porque
un camarero de 170 kilos había estado tirándole los tejos previamente. Y no se
le ocurrió otra cosa que darle el billetito de 10 euros al plumífero oficial
del club y decirme: “Rick, por favor, entra tú y pídemela”. Entro, vuelvo tras
media hora con la copa para Álvaro, con un batido de fresa para mí y cOn la
cabeza como un bombo por la eterna y azucarada conversación del camarero. ¡Nunca
más!
Nunca más… y una leche!!.
Porque a continuación, Agness me dice,
poniéndome cara de gatito de Shreck: “Rick, por favor, entra y pídeme un
cocktail de piña”. ¿Cómo negarme? Así que cuando entro en el bar desierto, el
camarero se alegra de volver a verme, cierra la puerta, nos quedamos los dos
solos dentro y me dice muy suavón: “huy, lo siento, es que ya estaba cerrando”.
Al final me las apaño para escapar de allí dentro, eso sí… con la copa de
Agness gratis… que uno también tiene sus encantos y consigue que le inviten a
copas… Sí, insisto en que me invitó sin darle nada a cambio… no hay pruebas de
lo contrario! He dicho!
Y comenzó el torneo de
ping pong Azeuxis 2015.
Álvaro se hizo el rey
de la pista, sólo María le hacía algo de sombra. Peláez invocaba a las fuerzas
de la galaxia mientras mandaba pelotas al quinto pino, y Agness jugaba descalza
mientras no paraba de estornudar. ¿Quién dijo que el karaoke era divertido?
Mi juego era una
exquisita combinación entre dar pelotazos en los testículos de Álvaro Noguer y
embarcar bolas por encima de la valla del hotel. Cuando María de Arcos
presenció esto, pensó en los 5 años que había tardado en enseñarme a jugar al
Scrabble, hizo un cálculo proporcional de lo que tardaría en enseñarme a jugar
al ping pong y horrorizada, erradicó su incipiente idea de adiestrarme en
aquellas lides ingiriendo grandes cantidades de combinado de piña sin alcohol.
El domingo siguió el
torneo de Scrabble. Gané a Antonio Álvarez con bastantes buenas letras y crispación
por su parte, por lo que veía al fondo la remota opción de llegar a los
primeros puestos del torneo.
Mi bestia negra Álvaro
me alejó momentáneamente de aquella opción en penúltima ronda, pero vencí a mi
bestia blanca Agness en la última partida y quedé cuarto al final.
A la espera de trofeos,
premios, felicitaciones… al final me cayó una copa la mar de bonita
inesperadamente, ya que el Azeuxis trabaja en equipo para todo, y el trofeo de
campeón de Andalucía fue cedido escalonadamente de Peláez a María y de María a mí. Lozano fue tercero y
Agness ganó el sub 1800. Álvaro fue campeón del torneo de ping pong (menos es
nada).
Felicidades al Señor
Oscuro, un tipo cuyo talento es inversamente proporcional a su maldad, por su
brillante triunfo con 9 partidas ganadas. A María por su segundo puesto, a
Lozano tercero por un gran torneo, a Agness por el sub-1800, a Álvaro por el
honorable campeonato de ping pong, a Germán por la juerga que se pegó en Torrem…
digoooo, por su intensa noche de trabajo en Torremolinos. Y como no, al club
Malacitano por el grandísimo torneo que nos brindaron, creo que es el quinto
año consecutivo que vengo y nunca se me ocurriría faltar a un torneo tan molón
como este.
¡Besos y abrazos con
pluma!
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