miércoles, 18 de febrero de 2015

OTRA CRÓNICA ESCRABLERA: TORNEO DE INVIERNO DE MADRID



Mi experiencia y sensaciones en el Torneo de Invierno de Madrid de Atriles 2015 quedan retradadas y resumidas en las dos horas y media de viaje en AVE de Sevilla a Madrid. Un escenario perfecto con un contexto inmejorable en el que al final te vas con la sensación agridulce de que podías haber hecho algo más. Me explico: tras dos horas y media intentando ligarme a la rubia pija que se había sentado a mi lado en el tren y no conseguirlo, me puse a pensar “tendría que haber…¿y si hubiera…? ¿Por qué no hice…?”. Fue un magnífico torneo el que nos montaron los atrileros, rodeados de inmejorable compañía…En el que te vas con la sensación de que podrías o deberías haber hecho algo más por tu parte.

En la tarde del viernes, para calentar motores ya en el Atriles, dejé boquiabiertos a José Fernández y a María de Arcos con una inolvidable exhibición de lo que jamás hay que hacer en una partida de Scrabble. Mientras uno casi se atragantaba con el chupa-chups ante mi cadena de despropósitos, la otra se apresuraba a firmar un acta notarial eludiendo cualquier responsabilidad en cuanto a mi aprendizaje del Scrabble. Lo único bueno que hice fue tirar mis 7 fichas en el tablero al azar en la última jugada y formar sin querer la palabra “eutrofia”, de la que no tenía ni idea. Aunque debieron de tomar buena nota de mis enseñanzas, porque los dos acabarían disputándose el torneo hasta el final.

El viernes fuimos a cenar Montes, Yaiza, un tipo parecido a Álvaro Noguer camuflado de joven debutante y yo, a un bar donde te ponían una montaña de lacón al pedirte una cerveza. Cuando salió el camarero creímos asistir a un hecho histórico que al final resultó ser un hecho histérico, porque Yaiza al verlo se puso a chillar como loca gritando “¡hermano, hermano!”. No era ningún tipo de emotivo reencuentro familiar. Parece que había confundido al camarero con un participante de Gran Hermano, y a pesar de las reiteradas negativas del pobre muchacho, Yaiza se empeñó en hacerse una colección de fotos con él mientras le repetía: “tú eres Vitín, tú eres Vitín”. Entre tanto, Montes, el jovial debutante parecido a Álvaro y yo, dábamos buena cuenta de la montaña de lacón. 

El sábado por la mañana el frío y el sueño me desaparecieron de golpe (nunca mejor dicho) cuando en el bar, esperando el desayuno, llegó por detrás Elena Tazón y sin mediar palabra me sacudió una hostia del copón. Me echó una bronca tremenda aún no sé por qué, y eso sí, luego me dio dos besos y un abrazo. Ella es como los antidisturbios: te sacude sin que sepas el motivo, te acojona… Y todo “por si acaso has hecho algo”. Y después de eso, ya te pregunta cómo estás, etc. Pero todo es por tu bien. Es su forma de demostrar afecto.

 Cuando llegué a la sala y vi tal cantidad de gente allí metida no sabía si ponerme a buscar a Wally o si pedir una bombona de oxígeno. No sé cómo se apañaron los atrileros para encajar tanta gente allí, pero sospecho que adoptaron los métodos que usan los japoneses para meter a la gente en el metro: en cada entrada tienen varios empleados que se encargan de empujar a todo cristo hacia el interior del vagón. Entonces entendí por qué Joan López se pasó todo el torneo remangado, con cara de satisfacción y sin aparentar tener nada de frío.

La primera ronda me emparejó con mi querido amigo Andoni, que me aprecia tanto que me iba cantando lo que tenía en cada atril a cada jugada. Le salía el comodín: “toma ya!”. Le salía la Q: “Otra vez la puta Q!”. Le salía un atril lleno “ies”: ponía cara de chino estreñido. Le salía “gogo”: me hacía un strip tease. Menos mal que no le salió la K repetida. Así toda la partida. Al final le gané.

Vanessa me esperaba en la segunda partida con cara de pocos amigos y varias cuentas pendientes conmigo. Justo en ese momento decidí utilizar una retorcida estratagema que a la postre no serviría para nada pero que al menos casi hace morir de la risa al Príncipe. El plan consistía en mirar a mis rivales con cara de pena antes de cada partida y decirles: “por favor, que sea rápido y sin dolor, no me hagas sufrir mucho”. Gané a Vanessa con un zamarrazo de chiripa y me levanté justo a tiempo para esquivar su gancho de derecha.

En la tercera Carlos Puente me ganó, sólo por una razón: yo me había levantado a las 8 para estudiarme la lista de palabras que comenzaban con “ARR-”, que siempre se me atraganta. Tras una hora de estudio intensivo, di por hecho que ya no me escaparía ni una. Pues bien, en el primer turno de la partida voy le pongo un invalidísimo “ARRUÑEIS”. Una hora de sueño perdida para esto. Insuperable. Made in Rick.

Al mediodía repetimos comida en el bar del lacón, pero ya no estaba “Vitín”, que según nos contaron, se había alistado en las tropas del gobierno de Mali para combatir en la guerra civil de allí, aunque yo juraría haberlo visto debajo de la parrilla musitando: “que no venga, por favor”. Qué daño ha hecho Gran Hermano.

Durante la comida volví a comprar papeletas para recibir una hostia de Elena, porque se me ocurrió hacerle pasar vergüenza regalándole delante de todo el mundo la antología donde sale publicado mi relato erótico en el que según ciertos rumores, aparece ella como protagonista. No hay nada de cierto, insisto en que el nombre de la protagonista, “Elena Zotán Sabinos”, no tiene nada que ver con el de nuestra loborra “Elena Tazón Sinobas”. Cualquier parecido con la realidad en forma de anagrama es pura coincidencia.

Al rato de regalarle el libro a Elena una de las mesas del bar empezó a moverse sola, los platos y vasos vibraban… pensé que un terremoto comenzaba a asolar Madrid, pero cuando miré a mi lado vi a Álvaro Noguer leyendo mi relato con una sonrisa límbica y un hilillo de baba mientras repetía “pezón, clítoris, canalillo…”

Wifredo me ganó después de comer. Me he propuesto no quejarme de mi mala suerte, pero qué narices! De cinco letras que quedaban en la bolsa cogí una, era la Q, y a continuación él me escrableó y hala, a tomar viento.

En quinta ronda no sé cómo lo hice, pero gané de 70 sin verlo claro hasta el final, después de haber hecho 5 scrabbles y de haber cogido todas las letras de valor. María José Monreal tampoco se lo explicaba.

Gané a Novoa en la siguiente, tras jugarse a la desesperada un inválido LEQUILLO al final que me acojonó, porque un tío que inventa una aplicación de móvil en 7 dimensiones que te teletransporta en el espacio y en el tiempo al monumento de España que elijas, es capaz de ganar con semejante palabro y de mucho más.

En la última del sábado perdí con Arantxa. Estuvo loca, preciosa y muy abierta (la partida, no Arantxa) hicimos 10 scrabbles y más de mil puntos entre los dos. Acabé agotado y con un consejo de guerra por parte del extinto Azeuxis.

Durante la cena del sábado tuve conocimiento de un hecho revelador que cambiaría mi hasta ahora indeleble amor incondicional por toda mujer viviente: Una comisión especial formada por Joana Rubio, Joan Lázaro, Marian Marchena y María de Arcos se encargó de informarme de que cuando empecé a jugar a Scrabble hace unos años, todo el circuito dudaba de mi sexualidad. Elena y Andoni, que andaban por allí, reforzaron esta afirmación. Menos mal que a mi lado estaba José Fernández que me tranquilizó, matizando: “Tranquilo, Rick, no dudábamos de tu sexualidad, todos sabíamos que eras maricón!”. Tras eso, me apresuré a desmentir tales rumores tomando como víctima a mi apreciado Joan Lázaro. Cuando dije: “A ver, a mí en la vida me podría atraer Joan Lázaro” casi se me rompe el corazón al ver los morritos que me ponía, pero está claro que en esto del Scrabble no se puede tener piedad, y menos con un tío que te escrablea poniendo “uperculo” y que en la partida siguiente te enseña la bragueta.

Empecé el domingo con Ivette. A jugar, me refiero. A jugar al Scrabble, aclaro. A la vez que me ponía cara de cansada y que me juraba que había dormido 2 minutos en toda la noche, en cada turno me iba sacudiendo scrabbles y jugadas de puntos. Sudé tinta china para remontar y al final le pude ganar.

Antonio Álvarez me ganó una partida retrospectivamente dolorosa para mí, ya que 48 horas después de jugarla me di cuenta de que casi al final tenía un fácil MONDANDO para ganar que por mi afán de tapar no vi. Se sacó una buena jugada de la chistera en el último turno y para él fue la victoria.

En última ronda Teresa Soler demostró ser una estupenda filóloga con visión de futuro lingüística y también demostró que tenía ya hambre. Todo fue porque se jugó un inválido HILETES, conocedora del fenómeno fonético por el cual supongo que en castellano la F acaba convirtiéndose en H. Le gané y acabé con 6. Os prometo que más tarde me la encontré en el bar de Atocha comiéndose un bocadillo de hilete a la plancha.

En un final de torneo cuyo criterio de desempate no acabo de entender, Príncipe y Duquesa se jugaban el torneo en la última partida, estando él una victoria arriba. Ganó María la partida en lo que tendría que haber sido una final con todas las de la ley, pero aún así, el torneo fue para José Fernández. Algunos dirán que “esto es así”, que “el sistema es el que es”, etc. No sé hasta qué punto se antepone un “sistema inamovible” a la lógica. Desde luego, en otros juegos como el ajedrez, con una dinámica similar, prima la lógica y se hace de otra manera. Pues eso, me pareció una final de mentira ya que desde antes de empezar había un ganador. Mucho más justo y emocionante hubiera sido, por ejemplo, que los dos primeros se jugaran el torneo en el rey de la colina en una final absoluta independiente de bujol, bajol, bejol, terceros resultados y criterios secundarios.

Aún así, expreso mi más profunda admiración para el Príncipe y la Duquesa de Francia, no sólo por ser dos jugadores excepcionales cada uno con un estilo tan distinto, sino porque por muy alto que lleguen, siempre tienen predisposición y ganas de compartir su tiempo y sus consejos con jugadores modestos con ganas de aprender, sin perder la sonrisa ni el chupa chups de la boca.

Al final, el merecidamente homenajeado Dupmaster López volvió a ejercer de japonés del metro y logró sacarnos a todos de allí, pero tras los besos y despedidas de rigor, aún no había acabado el espectáculo.

Yaiza, espoleada por su estupendo torneo con 7 victorias, realizó una espectacular maniobra de escapismo digna del mismísimo Houdini. Logró burlar la vigilancia de los 4 sevillanos que la esperábamos para volver a la estación, tomando un camino alternativo y llegando a Atocha justo a tiempo de perder el tren de las 16:30 pero de ser admitida en el de las 17:15, todo fríamente calculado y milimétricamente urdido. Lo único que desconozco es el objetivo final de su plan, aunque lo sospeché cuando al salir de Atocha, un tipo vestido de camarero y cara desencajada perseguido por una chica de gafas adelantó corriendo al tren al grito de “¡¡Que no soy Vitín!!!”